¿Tiene relevancia la innovación para la internacionalización de una organización? No saben cuántas veces me han hecho esta pregunta. La tiene, y mucha. Marca la diferencia entre conseguir clientes por una mera cuestión de precios o fidelizarles al ofrecer una solución exclusiva.
La falta de asimilación del significado de la innovación hace que aún nos quedemos solo con las mayúsculas de la I+D+i y ni siquiera muchas empresas innovadoras consideren que es parte fundamental de su estrategia internacional.
Durante mis más de veinte años de experiencia ayudando a empresas y organizaciones a ser más internacionales y más innovadoras, he llegado a la conclusión de que hay un rasgo que determina el éxito y la consolidación de una estrategia global: el análisis de las necesidades a satisfacer de usuarios y clientes y ser capaces de proveer soluciones para las mismas. Da igual si el cliente vive en París o en Beijing.
Cuando accedemos a otros países, salimos de nuestra zona de confort y nos enfrentamos a cambios culturales, idiomáticos, económicos, sociales o administrativos; la innovación bien aplicada, la i pequeña, será clave para el éxito global sostenido.
Así, tendremos empresas internacionales desde su fase germinal, ya que han conseguido patentar un producto o tecnología sin competencia (de momento). La I+D+i les ha brindado la oportunidad de liderar su sector y distanciarse de la competencia global. Para ello, habrá que establecer una estrategia de comercialización apropiada, que aproveche su ventaja competitiva. Y este será su reto para lograr escalar la empresa y consolidarse. Es un ejemplo típico de las spin-off y algunas start-ups.
Sin embargo, ¿qué ocurre con otros agentes que cuentan con un servicio o producto más maduro o estandarizado? ¿La innovación no va a aplicar? Sí, será clave para su éxito en otros mercados. En este caso, será necesario implicar no solo la innovación productiva para dotar a los nuevos mercados de productos y servicios novedosos y adaptados, sino incidir en la innovación organizacional, para fomentar la creatividad y su aporte a la actividad de la empresa.
La creatividad no es suficiente per se, sino que una organización debe ser capaz de establecer el entorno en el que se fomente y se sepa materializar en algo tangible. Pero es especialmente valiosa cuando nos enfrentamos a un entorno globalizado, donde las costumbres y las necesidades de nuestros usuarios, así como las características de nuestros socios cambiarán de país a país.
Para ello, será necesario que la dirección de una empresa crea firmemente tanto en la aplicación de la innovación como en la apuesta internacional. De no ser así, será difícil que se cuente con los recursos necesarios para lograr su viabilidad en el medio plazo, siendo una estrategia de ida y vuelta.
Además, deberá contarse con la implantación de medidas que eviten la resistencia al cambio de la organización y sus miembros o que ésas solo sean cosméticas. ¿Qué se suele encontrar en muchas ocasiones? Que algún directivo de la empresa ha acudido a una charla “inspiradora” o “motivacional” y sale de ella diciendo que a partir de ese momento van a innovar o ser globales. Sin embargo, esos “motivadores” no han desarrollado un proyecto de innovación (ni el directivo tampoco) y no conoce las herramientas que se deben usar para que esa charla sea una realidad.
Por ello, habrá que materializar la intención, uniendo a todos los departamentos de la empresa hacia el objetivo común de dotar de valor añadido a la estrategia internacional. Y consiguiendo poner la creatividad al servicio de este fin.
Estas medidas deberán salvar algunos de los errores más comunes tanto en internacionalización como en innovación, como el famoso “esto siempre se ha hecho así y nos ha ido muy bien” (recordemos que nuestro cliente no tendrá nada que ver con el español); o aquello de poner en marcha la máquina de generar nuevos productos sin analizar su encaje, tanto en la política interna de la empresa como en el mercado que nos lo debe comprar, entre otros.
A pesar de lo manido de ambos términos en el discurso económico actual, innovación (en todas sus vertientes) e internacionalización se alían para alcanzar ventajas competitivas en las empresas. La innovación bien aplicada aumenta la competitividad de la empresa y acelera el proceso de internacionalización, a través del aumento de las exportaciones. Por tanto, dotar al entorno empresarial de las herramientas suficientes para poner la innovación a su alcance, además de incidir en la eliminación de las barreras que la ponga a su disposición serán claves no solo para obtener empresas más competitivas, sino para afianzar su capacidad de competir de manera global. Innovar para alcanzar el éxito internacional.